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LOS TUNELES QUE RECORREN EL PUEBLO


Fotografía: Karen Campos Galvis

José de Carmen Rangel en entrevista con Giovanni Bohórquez Pereira el 23 de Junio de 2016 en la Casa de la cultura del Socorro:

“Aquí se habla como leyenda el cuento del “Túnel”. Para mí es un cuento de leyenda porque a mí me ha llegado la información por vía oral, y yo a veces hasta la acepto y trato de creerla, porque no he entrado al túnel, pero aquí en el Socorro hay por lo menos 5 o 6 personas que han expresado públicamente que [hay] un túnel que empezaría en la parte alta, allá dentro del Convento de los capuchinos, y que desciende hasta la parte baja del Socorro, fue la vía por la cual los curas le hicieron cambia a… Aquella serranía que está aquí frente al Socorro se llama formalmente la “Serranía de los Yariguíes”, porque fue la habitación de los indígenas Yariguíes, pero a raíz del 10 de julio de 1810, cuando los socórranos se volvieron a levantar nuevamente con esa energía de aquella rebelión comunera, los curas sintieron un miedo terrible (dice la parte oral), se metieron por el túnel , se echaron en unos costales las patenas, las custodias, los cálices y todos las cosas y objetos de oro que estaban en el convento, y salieron en las horas de la noche con el objetivo de vadear, de cruzar las serranía de los Yariguies e irse para España, pues ellos eran españoles de origen. Parece que la serranía siendo una región muy selvática, les cobró y no alcanzaron a llegar a España; desde cuando eso se le cambia el nombre y es conocido el nombre de la “Serranía de los cobardes”, lo que hay que agregar es: de los cobardes curas que huyeron cuando los socórranos ir a exigir justicia”.

[…]

“El hospital del Socorro funcionó en parte de lo que es el convento, [algunas personas] entraron por el túnel y dicen: “Sí existe, yo entré; yo estuve un punto en donde me dio miedo y entonces me retorné”. Una de las bocas, parece que eran dos, la una aquí a la salida, en la parte baja del Socorro, en la casa de Don Noel Rodríguez (que ya murió, hace poco). Ahí había una función en la época de la Colonia de mercancías que llegaban de España y que venían, y tal vez esos túneles los duplicaban para alguna de esas cosas; el dueño de esa casa entro por ese túnel subiendo. Y la otra boca estaría en el colegio Abelino Moreno; muchos estudiantes de allí (del Abelino Moreno) se entraban por esa boca del túnel y subían, cálculos más o cálculos menos, dos, tres cuadras, y encontraban por allá algunos esqueletos y toda esa vaina, y el susto y corran hacia atrás; y entonces alguna rectora (muy importante que hubo en el colegio) para evitarse problemas dijo: “sellamos esto” y se clausuro la entrada. Esa queda exactamente (esa boca de la entrada) está ahí en donde es la entrada al Panteón de los mártires, en la parte de abajo. Hoy no existe allá más que una pared.”.

Luis Efraín Duran en entrevista con Oscar Eduardo Rueda el 23 de julio de 2016 en su residencia del Socorro:

Sucede 10 de julio de 1810, durante las revueltas que anteceden a la independencia de Colombia y el ingreso del pueblo al Convento de los capuchinos; lugar en donde habían sido refugiados el corregidor José Valdés Posada, el jefe de las fuerzas militares teniente coronel Antonio Fominaya y los soldados españoles que quedaban, “tras ser perseguidos (el 10 de julio por la mañana) por el pueblo socórrano amotinado” y “5.000 personas” convocadas por los chaski (correo, persona de relevo). El “convento que habían construido por los socórranos para los españoles, para los curas españoles, para los monjes capuchinos, con sudor y dinero socórranos les habían hecho esa maravilla”. Junto a estos personajes fueron apresados también los monjes capuchinos que aún pudieron encontraren el interior: “los otros se volaron por los túneles llevando sus cosas, y lo único que encontraron aquí al frente es la serranía que ahora se llama la Serranía de los cobardes, una selva inhóspita. Los pobre españoles capuchinos tratando de huir se meten a una selva donde cualquiera… el más conocido [experimentado] y ni siquiera en esta época [sobreviviría], se lo traga la manigua”

[…]

“Los túneles es una historia parece que es un mito y una leyenda pero existen […], yo personalmente estuve cuándo este hospital, que ahorita es el panteón de los mártires o de los héroes comuneros (donde están enterrados Antonia Santos, Isidro Molina y varios de los líderes de la revolución socorrana) de niño, un día, y habían en la entrada como una especie de criptas; y yo ent4é y alcancé a llegar casi que hasta el parque. Entonces, sí existen, los túneles de arriba existen. Y la gente cuenta que esos túneles eran túneles de escape que la gente hacía”

[…]

“Alguien me contó, muy sabio, que una de las historias (aún desconocidas) de por qué existían los túneles, era precisamente por lo que le decía de que este pueblo tenía un gran comercio, pero muy interesante comercio, diga Usted ahorita una gran ciudad comercia, una metrópoli. Por aquí pasaba de todo, y entonces había mucho comercio y dinero; y donde hay dinero siempre hay quién desea ese dinero, es decir, los ladrones. Y los túneles también fueron construidos para escape y comercio subterráneo de esta gente, para que no los robaran”.

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